UNA ENFERMERA DEL HUA EN EL TERREMOTO DE NEPAL

Naiara Moreno tiene tan solo 28 años. Pero esta enfermera gasteiztarra, que ahora trabaja en el HUA Txagorritxu, acumula ya duras experiencias en el Tercer Mundo. La última, el reciente terremoto de Nepal.

El pasado 25 de abril la tierra crujió bajo el suelo de uno de los países más pobres del continente asiático. Un terremoto de 7,8 grados –el más fuerte en 80 años- arrasó en 60 segundos ciudades enteras y se cobró la vida de miles de personas.

Cuando ocurrió el desastre, Naiara estaba ya trabajando en la zona del Everest con la ONG local ‘Be Human Nepal’ en tareas diversas de apoyo a la población. Ella explica que rápidamente se unió a una expedición china para colaborar en las labores de auxilio. Fue una experiencia dura, reconoce. Con sus conocimientos básicos de la lengua nepalí pudo hacer además de intérprete. Días después volvió a Vitoria, antes de la réplica del 12 de mayo.

Narra una situación dramática, con poca organización en las tareas de rescate, en un país con una orografía complicada (“se tardó en llegar a zonas de montaña”) y con unas infraestructuras deficientes.

Ella volvió al mundo occidental (“me cuesta adaptarme al volver aquí”), pero su mirada sigue puesta en un país que le atrae sobremanera.

Naiara ha coordinado programas de salud, cursos a mujeres, prevenciones sanitarias… Y trabaja y vive en una escuela con dos profesores, cerca del Everest, a 2.500 metros de altitud, un lugar que está a dos días a pie de la ciudad donde puede coger un autobús que conecta con Katmandú.

La enfermera alavesa describe un país pobre. En la zona donde ella trabaja ahora empiezan a llevar agua a los domicilios. Las cocinas de leña sirven para preparar el arroz, la dieta básica nepalí. Una rudimentaria placa solar les ayuda a mantener un alumbrado mínimo y de vez en cuando pueden cargar el móvil.

Naiara recaló en Nepal en 2013 y desde entonces ha pasado más tiempo allí que en casa. Es consciente de que no va a estos lugares a cambiar la vida de gente sencilla y humilde. “Tienen su realidad, su cultura, su vida”, explica. Por eso, solo pretende ayudarles a mejorar en aspectos básicos del día a día; sobre todo los relacionados con la salud. “A Nepal se va por sus montañas y se vuelve por la gente”, afirma sonriente Naiara, que piensa ya volver en cuanto pueda.